A la hora de plantear la perspectiva de esta reflexión, surgieron muchas ideas; hablar del rol de la mujer en la sociedad actual, los avances de los movimientos feministas en los últimos años, el papel de la mujer dentro del sistema legal, la educación que se está dando a la juventud de hoy en día, el papel de la mujer dentro de la familia y algo que actualmente está muy de moda, el papel de la mujer en el trabajo, las diferencias salariales, etc… Pero nada de esto me llegó realmente a convencer. Estos temas, que sin duda son importantes y es necesario que sean tratados, me parecían, por otro lado, “la misma historia de siempre”.
Quería imprimir una mirada más positiva, poner el énfasis en lo que ya hemos conseguido mujeres y hombres, y no tanto en lo que nos falta por conseguir. Es importante saber el origen, tener en cuenta qué puntos hay que trabajar, pero también creo que de vez en cuando es necesario soñar un poco.
¿Qué entiendo por igualdad? Supongo que todas las personas tenemos un concepto bastante similar de la igualdad, pero no tenemos en cuenta que lo más probable es que cada uno/a tenga una idea preconcebida de este concepto, ajustándolo a su vida diaria.
Entiendo la igualdad de género, no como algo a lo que la mujer tiene que llegar o alcanzar, sino como un trabajo conjunto entre hombres y mujeres, para considerarnos iguales en todos los ámbitos. Cierto es que, hoy en día, hemos logrado una gran parte de este camino, pero aún quedan por pulir las sutilezas. No hay que considerar esta lucha como una lucha únicamente de mujeres, sino una en la que tienen que entrar a participar también los hombres. No es una lucha de poder entre géneros, sino una lucha de ambos contra las imposiciones socio- culturales en las que una de las partes del equipo, sale más perjudicada.
Durante mucho tiempo nos hemos visto en la necesidad de reivindicar nuestra posición como mujeres, ante un Todopoderoso Hombre, que no entendía que quisiéramos "salir de casa" (en todos los aspectos y ámbitos en los que se pueden entender estas palabras). Pero hoy en día, la reivindicación se transforma y se convierte en una lucha entre el presente y el pasado. Un presente igualitario, donde hombres y mujeres queremos ser libres de nuestra condición generizada y simplemente poder ser. Un presente en el que nos encontramos en caminos paralelos. Un pasado que nos subyuga a hombres y mujeres en nuestros roles sociales, con imposiciones y presiones propias de nuestro género. Reglas que nos mantienen atadas a una idea de mujer y a una idea de hombre, que puede que no concuerden con el imperativo social actual.
Podemos ver exposiciones de los puestos sociales que hemos alcanzado las mujeres. Pero no se trata solamente de esto. Sino del hecho de que estos puestos; en la casa, en el trabajo, en la calle…, son lugares donde gracias al trabajo de las mujeres y de los hombres, hemos conseguido una igualdad. No cabe duda, que el trabajo duro ha estado por parte de la mujer, pero tampoco conviene que olvidemos el papel del hombre en todo esto, bien porque nos han apoyado, bien porque no lo han hecho y de esta manera nos han hecho más fuertes para luchar. Hemos de ser conscientes de que formamos un equipo.
Me gustaría que se viera esto del concepto de género y la igualdad, no como algo extraño y ajeno, sino como algo que forma parte de todas las personas, mujeres y hombres. Algo que está en nuestra sociedad, que poco a poco los adultos estamos aprendiendo y las niñas y niños están viviendo como algo cada vez más normal.
Pensemos en un ejemplo “tonto”, en nuestra sociedad, no hace tanto tiempo, pensar que una mujer pudiera estudiar en la universidad o trabajar en algunos de estos trabajos considerados “de hombres”, era algo casi impensable, para unos pocos un atrevimiento y para la mayoría una locura y una pérdida de tiempo. Bien, hoy en día, no es tan descabellado ver mujeres ingenieras, medicas, psicólogas, profesoras, conductoras de autobuses, etc… y nadie se alarma por eso, lo vemos “como lo más normal”. Pues bien, llegar hasta aquí, ha supuesto un esfuerzo y mucho trabajo para las mujeres, siempre ha tenido que haber una primera mujer, que hiciera algo extraordinario para la época. Y ese paso diera pie a construir una escalera; escalón a escalón es como hemos conseguido llegar hasta aquí. Ahora ya, podemos vernos hombres y mujeres cara a cara, aunque todavía tenemos que seguir subiendo algunos escalones.
Es nuestra labor, la de las mujeres, una vez más, ser muy conscientes de cómo hemos llegado hasta este momento de la historia, en la que muchas de nosotras nos consideramos iguales al hombre. Hemos de recordar los pasos que otras dieron, pero sin que esto nos suponga un conflicto con los hombres.
Me gustaría pararme un momento a pensar en lo siguiente: con todo este trabajo que estamos haciendo en los diferentes ámbitos de nuestras vidas, lo que estamos consiguiendo también es que los hombres dejen de vernos como “Lo Otro”, algo que convive con ellos, pero que no forma parte de ellos. Realmente estamos trabajando por esa igualdad de la que tanto hablamos y con la que soñamos. Todavía hoy, la igualdad no reside, en mucho casos, en realizar el mismo trabajo que un hombre, sino en el hecho de que por hacerlo, nos sentimos mujeres y hombres en el mismo equipo. Por hacerlo, estamos “normalizando” un hecho que durante mucho tiempo no ha sido normal y aún más importante, estamos sentando las bases para que futuras generaciones ni siquiera lleguen a plantearse estas diferencias, porque ya serán un hecho consolidado.
Creo que esto es lo importante de la igualdad; que un día no se tendrá que luchar por ella.
Lo que quiero decir con todo esto, es sencillamente que esto del género, la igualdad, no es cosa de mujeres exclusivamente, sino que también es cosa de hombres. Que esto del género, no se trata, o no debería tratar sólo de mujeres. En el género estamos tanto mujeres como hombres y ahora también les toca a ellos, por un lado dejar de vernos como enemigas, como aquello que viene a usurparles su posición y empezar a considerarse iguales a nosotras y por otro lado, apostar por cambios que también les favorezcan a ellos. Estamos propagando las miradas de género más allá de las fronteras femeninas y es precisamente allí donde radica nuestro éxito.
Poco a poco, nos vamos repartiendo las tareas. La sociedad cuenta con las mujeres como una más con la que participar y a la que hacer partícipe. Ya no adoptamos la posición de observadoras, no somos eso otro que queda relegado de la toma de decisiones. Hemos conseguido alcanzar lugares de relevancia social y todo este trabajo deriva en ese nuevo sentimiento, que estamos ayudando a crear, de estar trabajando juntas y juntos por un objetivo común.
“Miradas de género” es mirar con el género. Muchas personas dicen que cuando te pones las gafas de género, no puedes volver a mirar a tu alrededor sin ellas. Con estas gafas pueden verse muchas diferencias entre hombres y mujeres, muchos actos violentos que sufren las mujeres, sólo por el hecho de serlo. En definitiva, muchas injusticias. Pero también se ven a personas trabajando por una misma causa, se ven actitudes que si bien hace tiempo eran consideradas “cosas de hombres” o “cosas de mujeres”, ahora lo están dejando de ser para pasar a formar parte de un grupo cada vez más grande de cosas que hacemos todas las personas. Se ve cómo las personas trabajamos para construir una sociedad en la que entremos tod@s, aceptando la diversidad. Tod@s iguales en la diferencia.
Ese sueño del que hablábamos al comienzo de esta reflexión es el sueño de que dentro de no mucho, no se tendrá que hablar de diferencias sociales entre mujeres y hombres. Que vamos a dejar a un lado tantos siglos de dominación masculina (ni mujeres subordinadas, ni hombres todopoderosos) y que vamos a caminar juntos para construir espacios donde los dos nos sintamos reconocidos.
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