viernes, 5 de febrero de 2016

Utopía

Seamos utópicos por un momento, dejemos llevar...



pero antes de comenzar, un breve ejercicio de atención: 

cierra los ojos, observa la postura de tu cuerpo, sintiendo las plantas de los pies apoyadas en el suelo, con las piernas paralelas formando una ángulo de 90 grados, sintiendo el contacto con la silla - observando los límites de ese contacto, llevando la atención a tu columna vertebral que se asienta recta sobre las caderas - con la mínima tensión necesaria para mantener la postura erguida - observando si hay un exceso de tensión en alguna parte y modificando la postura, si fuera necesario, las manos reposan relajadas sobre los muslos y los brazos caen sin tensiones a los lados del tronco, elevando la atención a la cabeza mantenida en esa postura por las cervicales. manteniendo esta postura digna, pero sin forzarla, llevamos la atención a la respiración: sintiendo nuestro abdomen hincharse y deshincharse al ritmo natural de nuestra respiración, observando el pecho y el diafragma expandirse y contraerse siguiendo el flujo de tu respiración, llegando a las fosas nasales, a la entrada y salida del aire, observando cada inspiración y cada inhalación, momento a momento.

En estos momentos no existe nada más que tu respiración, observando sensaciones, pensamientos, emociones, sin dejarte arrastrar por ellas, con la firme determinación de volver una y otra vez tu atención a la respiración.

Realizando este ejercicio quizás puedas hacerte consciente de cómo tu respiración adquiere un movimiento rítmico, probablemente se vaya ralentizando poco a poco. cuánto más te mantengas en el ejercicio, más abundantes serán las consecuencias. Lo que está ocurriendo dentro de ti, es que estás dejando que tu corazón, tu sangre, tu cerebro,tus órganos comiencen a encontrar su propio ritmo. Todo es movimiento, tan sólo hay que observarlo.

En este estado de enfoque en tu respiración, visualiza tu cerebro, esos millones de neuronas, las sinapsis comienzan a activarse en algunas zonas del cerebro y a desactivarse en otras, comienza una danza con su propia música, al centrarte en la respiración y dejar pasar todos los productos de nuestra mente, sin juzgarlos ni engancharnos a ellos.
¿qué acaba de suceder?
sencillo, acabas de encontrarte contigo mismo/a. Despojada de lo que los demás te han otorgado y te otorgan al mirarte, sólo quedas tú. y ¿qué es eso? En otros términos, diría que permites que tu vida vaya a su propio ritmo, sin meter prisas. Siente el corazón latir, a su propio ritmo; el resto de órganos, aunque imperceptibles a nuestros sentidos, también tienen su propio movimiento. Todo esto queda al descubierto cuando dejas de prestar atención a la mente.
La mente no sigue tu ritmo natural, sigue el ritmo externo, el de la sociedad, tu trabajo, familia, tu historia y los aprendizajes que hayas tenido. Enlentece esa velocidad y te encontraras en tu fluir natural con la vida, donde hay más claridad con respecto a las preocupaciones, donde están los sueños y el camino a seguir, donde están las capacidades y el potencial que tienes como persona.

pero seamos utópicos.... generaliza esta experiencia a tu vida de "una más entre la especie humana". ¿cómo sería tu vida desapegada de todo aquello que crees ser, o crees querer hacer? o formulada de otra manera, ¿cómo sería tu vida, sin tus miedos, limitaciones, creencias, condicionamientos? y no es que no estén o desaparezcan, sino que simplemente les quitas el poder y la importancia que tienen ahora en tu vida. ¿te lo puedes imaginar?
con este sencillo ejercicio, lo acabas de hacer.
Pero lo más importante es que los aprendizajes, se convierten en tales, con la repetición y con la acción, dando lugar a un nuevo camino, a una nueva perspectiva.

Imagina un nuevo paradigma donde el sufrimiento, no es sufrimiento, donde las emociones no nos embargan, sino que las regulamos, donde los pensamientos no nos atrapan en posibilidades infinitas, sino que vivimos el presente tal cual, aceptando las situaciones tal y como vienen, sin impregnarlas de nuestros miedos, juicios de valor, ni expectativas.
Imagina un mundo bien engastado, donde nuestra mente deja de tener un mandato dictatorial y pasa a ser un ente más, dentro de ese todo al que llamamos cuerpo. Imagina que ya no hay lucha entre una y otro, sino que hay entendimiento, compasión y colaboración.
Expande esta visión no sólo dentro de tu propia persona, sino en relación a las demás personas de tu vida.

abre los ojos y respira


June
JA PSICOLOGIA

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